Sinopsis:
Rosamond ha muerto. Tras el entierro, el testamento. Su herencia deberá repartirse a partes iguales entre tres herederos: dos tercios para Gill y David, los hijos de su hermana, el otro para Imogen, una desconocida. O casi desconocida, porque Gill recuerda que la vio una vez, hace más de veinte años, en una reunión familiar. Era una niña rubia y ciega de siete años, extraña y encantadora, que sedujo a todos los invitados. Pero cuando Gill va a casa de la muerta, encuentra otro legado: varias cintas de casete que Rosamond ha grabado antes de morir y una nota donde le dice a Gill que las cintas son para Imogen y, si no la encuentra, que las escuche ella. Meses más tarde, tras buscar sin éxito a la elusiva joven, Gill y sus dos hijas vuelven a oír la voz de Rosamond en esa grabación destinada a una ciega en la que, apoyándose en la minuciosa descripción de veinte fotografías ordenadas como un puzle fantasmal, cuenta una historia de madres e hijas que va desde los años cuarenta hasta el presente, tres generaciones de mujeres ligadas por el deseo, la culpa, la crueldad, la ambivalencia de sus afectos...
El autor:
Jonathan Coe (Birmingham, 1961) estudió en las universidades de Cambridge y Warwick, y ha sido colaborador de London Review of Books y The Times Literary Supplement. En Anagrama ha publicado cinco novela, que lo han consagrado como uno de los mejores escritores de su generación, empezando por ¡Menudo reparto!, que fue galardonada con el Premio The Mail on Sunday/John Lewellyn Rhys y, en Francia, con el Prix Meilleur Livre Étranger. Su novela posterior, La casa del sueño, obtuvo el Writer's Guild Best Fiction y, en Francia, el Prix Médicis Étranger. La siguiente, El Club de los Canallas, obtuvo el Premio Arcebispo San Clemente, otorgado en Santiago de Compostel. Coe retomó a los protagonistas de esta novela veinte años después, en la Inglaterra de Blair, en El Círculo Cerrado.
ARTÍCULOS:
OTRAS INFORMACIONES:
ACTIVIDAD:
Algunas personas del club no estaban muy convencidas que la descripción de fotos sirviera bien para contar una historia, así que, cogimos unas fotos nuestras y las repartimos al azar. Cada una contó cosas sobre la que le había tocado. Al final, nos convencimos de que era posible narrar una historia así. Veáse el ejemplo, mejor dicho léase, porque es muy recomendable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario